Oración de la Gestalt

Yo soy Yo.
Tú eres Tú.
Yo no estoy en este mundo
para cumplir tus expectativas.
Tú no estás en este mundo
para cumplir las mías.
Tú eres Tú.
Yo soy Yo.
Si en algún momento o en algún punto
nos encontramos,será maravilloso.
Si no, no puede remediarse.
Falto de amor a mí mismo,cuando
en el intento de complacerte me traiciono.
Falto de amor a ti,cuando intento que seas
como yo quiero,en vez de aceptarte
como realmente eres.

Tú eres Tú y Yo soy Yo.

Fritz Perls

VISITA MI OTRO BLOG

Blog Archive

Con la tecnología de Blogger.

Archivo del blog

Seguidores

Reflexiones







--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------



LA PUERTA DE SALIDA DE LAS PROPIAS INSEGURIDADES


“En el agua demasiado pura no crecen peces”. Proverbio Zen.

A veces nos sentimos inseguros porque creemos estar muy alejados de ese equilibrio o incluso esa perfección que tanto ansiamos. Crece dentro de nosotros un miedo y, por tanto, una aversión a mirar hacia dentro y observar nuestras sombras cara a cara y no comprendemos que mirarlas, atenderlas y aceptarlas es precisamente aquello que nos ayudará a trascenderlas.

La única forma de dejar marchar la inseguridad es aceptándose y amándose a uno mismo en toda su extensión y, por tanto, esa es la puerta de salida que habremos de buscar si de verdad deseamos estar en paz y equilibrio a pesar de las circunstancias. Nuestra mente es dual; todos tenemos luces y sombras y uno no puede trascender aquello que no conoce. Trabajarse a uno mismo, conocerse, y aun así llegar a amarse y respetarse sin condiciones; el AMOR con mayúsculas, es lo que atraviesa los miedos y las inseguridades. Creo que cuando uno se inicia en este camino, descubre un sendero de por vida y que estamos en continuo aprendizaje y desarrollo. Uno no llega de repente un día y dice: “venga, ya soy un ser plenamente consciente y equilibrado”. La vida nos presenta constantemente giros y vueltas de tuerca causales, que no casuales, que nos invitan a adaptarnos y a seguir aprendiendo y, si observamos, atendemos y aprendemos, vamos vislumbrando poco a poco más momentos de luz; de despertar; de ese “darnos cuenta”, que nos resultan tan mágicos y que, aún pareciendo breves y fugaces, acaban significando un salto cuántico en nuestra evolución personal, porque se quedan instalados en nosotros y algo cambia. Y es así como vamos trascendiendo esos miedos y esas inseguridades.

No somos tan diferentes unos de otros, de hecho, todos provenimos del mismo lugar y somos uno en esencia; todos tenemos esas sombras y, a veces, las sobrevaloramos; les tenemos tanto miedo y tememos tanto mirarlas de frente que acabamos convirtiéndolas en nosotros y construyéndonos un disfraz; una máscara a modo de muralla defensiva para esconderlas y que nadie, ni siquiera nosotros mismos, tengamos que verlas.

Nuestra dualidad puede transformarse en una oportunidad de oro hacia una mayor consciencia si aprendemos a valorarla, aceptarla y amarla, porque sólo así llegaremos a trascenderla y transformarla.

Raquel García García (www.comidaparaelalma.com)


-------------------------------------------------------

El olvido




Este texto está inspirado en una de mis pacientes, antes de que decidiese iniciar su terapia. Creo que más de una persona puede reflejarse en ella. Es un intento de toma de conciencia para ayudarnos a reflexionar acerca del olvido que, en muchos periodos de la vida, nos habita…
“El olvido no existe. Todo está grabado en el corazón. ‘Olvidar’ es simplemente cerrar los ojos, mirar hacia otro lado, seguir enfermo”
Sí, me entretengo... cuando salgo del trabajo me busco actividades, al fin y al cabo, siempre hay algo que hacer. Así no pienso, sobre todo, no siento ni padezco... “Esta angustia que me invade también pasará –me digo-. Todo pasa con el tiempo”. En realidad he guardado y guardado tanto en las salas del olvido: recuerdos, dolores, heridas... ya no sé quién soy ni qué soy... por eso me entretengo, intento aferrarme a lo que conozco de mí, así voy acallando, una y otra vez, mi inseguridad, mis culpas, mi incapacidad, y voy llenando mi soledad, aunque sigo sin saber qué hacer con mi hijo, mi relación fallida, mi trabajo y con esta intranquilidad. Mientras tanto, me desconecto de mí –dejo de ser-, y me ratifico en esta falsa seguridad que me coloniza suavemente la vida... Y si el dolor en algún momento me delata, me dejo envolver rápidamente por los tranquilizantes brazos de la autocompasión, incluso manipulo a los míos responsabilizándoles de mi infelicidad –al fin y al cabo si no fuera por ellos yo no sufriría-. Y la autocompasión me devuelve con embaucadores susurros a mi letargo cotidiano.
¿Conocerme? ¿Quién quiere conocer a ese ser que soy? Me conozco suficientemente para desenvolverme en mi día a día. ¿Para qué quiero conocer todo eso de mí que se oculta en la oscuridad de mi recámara? Además, ¡temo tanto a la oscuridad! Es en la oscuridad donde afloran los fantasmas, los presentimientos, la angustia, el dolor, la culpa, la vergüenza, la dificultad... por eso huyo de ella con mis tantas distracciones: salgo de compras, mantengo relaciones superficiales, me río, veo tele... y para relajarme cuando ya me siento agotada, le doy unas caladitas a un peta y sus efectos me adormecen dulcemente en la nada... Mañana será otro día, y pasado otro... De nada sirve comerme el coco... pensar, sólo me hace más daño. Ya habrá tiempo para deshacerme de eso que me atormenta, llorar mi decepción, aguantar el tirón de la impotencia, reflexionar acerca de mis motivaciones, pedir perdón, aclarar mis sentimientos.
De momento pensar me confunde, me agota. Así es que me entretengo enredándome con los asuntos de los demás porque los que me rodean, pobres, están peor que yo. A veces también me entretengo y me divierto desenmascarando –con cierta dosis de sarcástico humor- en los demás eso que tanto oculto de mí misma. Al fin y al cabo yo, desde mi máscara, controlo perfectamente lo que me pasa y no tengo necesidad de hablar de mis sentimientos, de lo que percibo, de lo que me da miedo... Sólo que, a veces, la vida me reta colocándome frente a lo silenciado o ante lo evidentemente negado, me adentra en mi propia piel, en esa insatisfacción –no sé muy bien a qué se debe-que me amarga la existencia y me mantiene en constante alerta y actitud defensiva. Entonces me refugio –huyo- fantaseando con ese día en el que aparecerá alguien que me comprenda, que me acepte como soy, y que llene mis carencias. Alguien que me proteja de mis males, de mí misma.
© María Meilán
-----------------------------------------------------------------------------------------------



¿Qué es la Autoestima?

Eres Tú. La persona con la que más convives durante toda tu vida eres tú. Nuestra más importante relación es con nosotros mismos, y la convivencia con nosotros mismos es la relación a la que menos tiempo y esfuerzo dedicamos. La que menos solemos tomar en serio y la más importante de todas las áreas de nuestra vida. La Autoestima es una de las dimensiones psicológicas más cruciales en la existencia humana.

En general se suele llamar Autoestima a una actitud o a una emoción que tenemos frente a nosotros mismos. En realidad, técnicamente, la Autoestima es una respuesta emocional particular al hecho de realizar un juicio de valor sobre todo lo que consideramos nuestra persona. Se refiere al grado de valor que nos asignamos. Normalmente, se confunden los términos Autoimagen, Autoconcepto, Identidad y Confianza en uno Mismo como si fueran todos lo mismo y como si todos fueran sustituibles por la palabra Autoestima.

Todos estos aspectos psicológicos de la percepción de uno mismo son tan cercanos y están tan relacionados, que parecen funcionar y ser la misma cosa. No lo son, pero para el propósito de éste artículo no es necesario que expliquemos cada uno, solamente diremos que es más correcto decir que todos estos aspectos forman una actitud ante sí mismo y es por eso que en nuestro sistema de cursos nos referimos a la Actitud Ante Uno Mismo.

Las respuestas emocionales como la tristeza y el enojo (con sus respectivas respuestas compulsivas y problemáticas, la violencia impulsiva y la depresión) así como muchas otras actitudes que son causa de conflicto humano y de insatisfacción personal, son reguladas por el nivel de Autoestima y de seguridad personal o Autoconfianza. Si me siento bien conmigo mismo, si me siento valioso e importante, si me siento capaz, mi manera de enfrentar todo en la vida es mucho más madura y adecuada. No me ofendo fácilmente. No me siento inseguro, con miedos o amenazado por los demás o por la vida. No tengo la necesidad de quedarme en una relación en que me humillan o maltratan por sentir que por lo menos alguien me quiere y tengo poco miedo de la soledad. No vivo mi trabajo como una preocupación desproporcionada, me siento seguro de lo que puedo lograr y a la vez no me engaño, puedo aceptar mis limitaciones porque no me siento menos valioso por tenerlas.

En fin, lo que en nuestro sistema de desarrollo personal llamamos “Actitud ante Uno Mismo” es como podemos ver, la pieza fundamental para enfrentar y vivir las relaciones, los problemas y la existencia en general de manera madura, productiva y sobre todo satisfactoria. Es el factor central de la sensación de plenitud con la propia vida.
En realidad es posible decir que todos, absolutamente todos los conflictos de un ser humano encuentran una buena parte de su solución en el trabajo de Autoestima (usando el término en ese sentido general). De la misma manera, todos los temas de desarrollo humano o desarrollo personal o superación personal están relacionados con el desarrollo del Autoestima, la Confianza Personal y una sana Actitud ante Uno Mismo.

La Actitud ante Uno Mismo (y por tanto la Autoestima) se va formando desde los primeros meses de vida. La manera en que nuestro ambiente nos trata y nos define, las relaciones que tenemos de pequeños con nuestros familiares y amigos así como el tipo de ideas y valores que recibimos en nuestra educación de parte de todos los que nos rodean, van formando la manera en que nos vemos a nosotros mismos y cómo nos valoramos. Obviamente este es un proceso complejo y largo de describir, pero sobresale el hecho de que el tipo de emociones que vivimos en nuestras relaciones más importantes así como el tipo de “etiquetas” que aprendemos a ponernos a nosotros mismos, son de especial impacto en la formación y desarrollo de nuestra Autoestima.

Por ejemplo, si vivimos una relación fría o distante con alguno o ambos de nuestros padres por lo general no desarrollamos una sensación de importancia y valía profunda. De la misma forma, si en nuestro ambiente hay una serie de etiquetas que los demás nos enseñan a poner en nuestra persona, esas descripciones y las emociones que implican quedan asociadas a nuestra sensación de valía. Si nos consideran tontos o feos no desarrollamos la misma sensación que si nos consideran capaces o agradables.

La autoestima crece o decrece de acuerdo con las situaciones de la vida. Es una característica que se va desarrollando y es modificable, aunque muchos de nosotros no lo sepamos. De hecho, si tuviéramos más educación y conocimiento al respecto nuestra vida tendría muchas más satisfacciones. Pero esto no es así, es más, es al contrario. La mayoría de la gente cree que el Trabajo de Autoestima es sólo importante para las personas inseguras o con miedos sociales. No saben, no se dan cuenta, de que el Trabajo de Autoestima es un camino de Desarrollo Personal que transforma la vida. Y claro que es útil para quienes tienen un nivel alto de inseguridad, pero es igual de importante y de útil para todos los demás. No se diga para quienes tienen problemas de impulsividad o problemas de pareja o dificultades en las relaciones familiares, o problemas de adicciones por ejemplo. El Trabajo de Autoestima o mejor dicho de Actitud ante Uno Mismo, es indispensable para todo ser humano. Es de hecho la base del verdadero conocimiento de quiénes somos y la vía para un desarrollo pleno de todas nuestras potencialidades, incluida nuestra espiritualidad.

Hay quienes creen tener una excelente autoestima y lo que en realidad tienen es un excelente mecanismo de defensa para no sentir su baja autoestima (que nosotros llamamos la “Armadura de Autoestima”). Y en lugar de ser más maduros y sentirse bien en la vida, están más presionados por mantener firme su armadura. Desarrollar una buena autoestima no es cosa de juego, ni tan simple como algunas frases suelen sugerir: “es que quiérete a ti mismo”… bueno, sí, pero cómo, no es nada más así, por lo menos no para quien tiene una estructura de emociones y pensamientos que no le permiten tener una buena autoestima.

En este punto parece importante reflexionar que la mayoría de nosotros no sabemos realmente cómo se desarrolla la Autoestima y la seguridad personal. No sabemos cómo se logra el carisma, la alegría y la seguridad que genera un desarrollo sano de la Actitud ante Uno Mismo. Tan es así que inclusive algunos cursos de desarrollo personal o libros de autosuperación pueden llegar a generar más frustración que beneficios en una persona. Por ejemplo cuando te hacen sentir un mediocre y fracasado por no lograr seguir los lineamientos que sus autores manejan (aunque esos valores y lineamientos sean reales y buenos para los autores y los digan con buena intención, puede ser que no apliquen y no sean adecuados para todas las personas). Es por eso que es muy importante aprender una serie de temas sobre la Actitud ante Uno Mismo cuando queremos crecer en Autoestima. Es importante un programa de trabajo de autoestima serio y comprobado.

En el fondo, el ser humano tiene la capacidad de poseer la sensación más plena y gratificante imaginable, nosotros le llamamos la Emoción Central de Vida, y en diferentes disciplinas de desarrollo tiene diferentes nombres, pero en todas es en realidad la expresión de un crecimiento bien llevado de esa cualidad emocional tan crucial que llamamos Autoestima. La que implica mejores relaciones sociales y laborales (más oportunidades de trabajo, más desarrollo económico inclusive), mejores relaciones familiares, de pareja, más armonía y sobre todo más plenitud en la vivencia de uno mismo y por tanto, felicidad. En su expresión más científica o más espiritual es un hecho que el Trabajo de Autoestima es una de las llaves hacia la estabilidad emocional, económica y afectiva. Es uno de los temas más ignorados y más necesitados.



--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------








El viaje es ahora


Quizás hay quien diga que la historia de la humanidad parece hoy en día guiada a través de un mapa distorsionado en un viaje a ninguna parte. Quizás haya sido la desconexión con la naturaleza una de las causas de extravío, o un modo equivocado de entender la naturaleza humana… Pero un viaje al fin y al cabo está lleno de sentido, el que le otorgamos los humanos con nuestro pensar, sentir e imaginar. Precisamente por eso existe el viaje como tal, por la intencionalidad que le damos. El viaje lo es, únicamente, por su viajero. Y el viajero se vincula a él por su intención.

Sabemos que hay infinidad de viajes posibles. Así, hay quienes piensan que el viaje actualmente es un cambio de paradigma en el curso de la evolución de la conciencia, lleno de saltos cuánticos; y que en esta etapa se está intensificando dicho cambio con el intento de conocerse uno a sí mismo. También está el viaje relacionado con la psique, pues es evidente que siempre estamos de viaje mentalmente. La mente se halla en un continuo movimiento de sensaciones, pensamientos y emociones. Y en ese intrincado recorrido el viajero oscila entre los territorios del bienestar al malestar.

Hay otros modos de viajar, como los viajes de placer, cuando nos deleitamos participando con nuevos paisajes y gentes. O, viajes nostálgicos, al regresar a lugares de nuestro pasado; y viajes dolorosos como el del exilio. El viaje se puede convertir, asimismo, en peregrinaje, cuando haciendo su ruta el peregrino quiere reparar, pedir o agradecer algo. Existe, además, el viaje de la agresión, destructor de vida, nos referimos al viaje de la conquista o la colonización que cambia el ritmo de la historia y crea realidades alienantes. Pero, está, sin ninguna duda, el viaje universal común a todos los humanos: un paseo más o menos breve de ida y vuelta, y que lo llevamos a cabo desde la plenitud del vacío naciendo a un viaje nómada para regresar con la muerte a la quietud del mismo.

El siglo XX ha traído una prolongación del viaje a largas distancias, una reducción del tiempo del tránsito y una extensión de su práctica a la casi totalidad de la población. Tres cambios que han modificado radicalmente los usos y sentidos tradicionales del viaje; porque anteriormente la gente se desplazaba menos, y era desde luego, muy inusual que realizara, con frecuencia, largas distancias. Sin la existencia del coche y con pocos medios de transporte, la gente caminaba en un entorno más o menos conocido. De ese modo sus vidas transcurrían con el arraigo de los árboles: nacer, vivir y morir en el mismo lugar. Esto era algo bastante generalizado. La situación actual es muy distinta. Nuestro tiempo se define por el imperio de la tecnología y la globalización. Los medios, sobre todo los medios de la imagen, nos sumergen en continuos viajes. Unos son viajes por realidades virtuales, imaginarios, y otros, no menos inventados, son viajes por una pretendida realidad objetiva. Pero además, la idea del viaje se ha extendido, y lo que hasta hace unas décadas era una opción para unos pocos, se ha convertido, en buena medida, en turismo de masas, fomentado por los medios de comunicación que invitan continuamente a viajar a lugares de todo tipo, y por las agencias de viaje que ofrecen innumerables viajes con ofertas, suscitando su práctica.

Dicen que viajando se abre la mente, y que se aprende mucho, y que uno se vuelve más cosmopolita, más ciudadano del mundo… Esto es cierto, aunque no necesariamente en el sentido que se afirma. La mente se centra ante lo novedoso que te ofrece el exterior y te vives más “libre”. También está probado que al conocer otras culturas y modos de vida, tu universo se amplía. Sin embargo, el regreso a lo cotidiano parece colocarle a uno en el universo de la rutina. Así que suele considerarse deseable tener la posibilidad de hacer un viaje, al menos de vez en cuando. O, quizás, haya quien piense que se vive mejor conociendo otros mundos antes que seguir en el monótono quehacer diario.

A Lie-tse, también, le gustaba viajar y ver paisajes, pero su modo de hacerlo era diferente a como lo efectuaban los demás viajeros. Así, cuando su maestro Hu-tse le preguntó qué era lo que disfrutaba tanto cuando viajaba, Lie-tse le respondió: Mientras que otras personas viajan para ver la belleza de los paisajes y de los alrededores, yo disfruto observando el modo en que cambian las cosas. A otros contempladores de vistas les puede parecer que soy como ellos, pero la diferencia entre nosotros es que ellos ven las cosas mientras yo veo cambios. Hu-tse le respondió: Piensas que eres diferente a los demás viajeros, pero realmente no lo eres, aunque ellos se divierten con vistas y sonidos, y tú estés fascinado por las cosas que siempre cambian, todos estáis ocupados con lo que está fuera en lugar de lo que experimentáis por dentro. Después de esta conversación Lie-tse dejó de viajar, porque pensó que no había entendido en absoluto el verdadero sentido del viaje. Al ver esto, Hu-tse le dijo: El viaje es una experiencia maravillosa, especialmente cuando te olvidas que estás viajando. Entonces disfrutas de todo lo que ves y de todo lo que haces.

Hoy en día se vive el viaje, sobre todo, desde la perspectiva del exterior. Es lo que les ocurre a aquellos, que lo hacen para contemplar la belleza de los paisajes. Ven el viaje a través de la belleza de la forma. Se desplazan para eso, para verla como si fuera algo, una cosa. Se trata de ver las figuras, la apariencia. También los hay quienes, captando el movimiento en su misma belleza, disfrutan de la belleza del proceso, de la transformación. Viajan como Lie-tse. Como lo hacen los pueblos que, quizás, tengan algo de Lie-tse. Son los pueblos nómadas, muy diferentes a los pueblos sedentarios, sin propiedad alguna que retener. Siempre desplazándose, creando un movimiento, en donde el viajero y el viaje se convierten en uno, un solo pueblo, un mismo y único movimiento. Ahora bien, los menos, son los que cuando viajan lo experimentan desde dentro, entonces el viajero es en el viaje, en la misma experiencia que vive en el momento.

Aitxus Iñarra

Estas tres maneras de vivir el viaje desde la forma, desde el movimiento o desde el interior, lo puede llevar a cabo el viajero en la vida cotidiana creando con su intención sentidos diferentes. Así, puede que lo haga desde la forma, es decir, desde los patrones mentales, clasificando y cristalizando lo exterior. O, puede que sea un viaje de cambio o transformación, como en un viaje, sin mapa, sin guía, que se metamorfosea en multidimensional, convirtiendo el día a día en un vivir desde el dinamismo las relaciones y sus acciones. Finalmente, hay quien, a lo mejor, decida probar el viaje desde el interior, desde la observación, convirtiéndose en uno con él; entonces, desde la atenta quietud, el viajero ve emerger lo nuevo convirtiéndose el territorio en encuentro conciente y el paisaje en naturaleza viva. El individuo en la totalidad.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------



La Vulnerabilidad


 Aunque en los diccionarios y en nuestro lenguaje cotidiano figure y usemos la palabra vulnerabilidad como sinónimo de debilidad, fragilidad, inseguridad, flaqueza e inclusive como pusilánime, hoy me da placer reivindicarla en su definición de la RAE:”Que puede ser herido o dañado física o moralmente”. Y ¿cuántos de nosotros nos permitimos sentirnos vulnerables en alguna ocasión? ¿Y cuántos lo admitimos tanto íntimamente como en público?

Tanto nuestra educación, donde perviven las creencias sobre que vivimos un mundo duro e injusto, como la ausencia de una gestión emocional en el ámbito familiar y laboral, han pervertido la palabra identíficándola como algo negativo cuando, bajo mi punto de vista, vivir la vulnerabilidad es sanador.

Mostrar nuestra vulnerabilidad nos hace humanos, imperfectos y hermosos. Humanos porque simplemente tememos, porque el miedo a ser dañados y poderlo mostrar es sencillamente un don. Imperfectos porque somos humanos que aunque deseen y aspiren a la perfección nunca la alcanzarán en esta vida. Y finalmente hermosos ya que paradójicamente al mostrar nuestro temor a que nos hagan daño esa misma acción nos vuelve valientes y grandes.

La debilidad asociada a este concepto nos hace crear en nuestra vida personajes duros, “invulnerables” como héroes de cómic y crear una gruesa capa de cemento alrededor de nuestras emociones. Muchos de nosotros hemos sido educados hace ya algunas generaciones y especialmente los hombres, creo) en la creencia de que había que ser duro y no mostrar los sentimientos. En el mundo laboral se reproduce este esquema y desafortunadamente cuando la mujer entra en ese mundo incorpora este comportamiento como un valor en si mismo produciendose un efecto paradójico en nuestra sociedad. En muchas ocasiones he escuchado a mujeres y hombres afirmar en charlas de café que preferían tener “jefes hombres antes que a una mujer”, posiblemente y precisamente por este desatino.

Recuerdo una ocasión en la que al comentar la actitud y el no verbal de una joven profesional que asistió a mi curso de hablar en público le hice la sugerencia de que podría mostrar un poco su vulnerabilidad ya que se escondía detrás de un personaje duro,rígido y distante, cosa que ella no era en absoluto en la cercanía, pero si cuando adptaba un rol profesional. Al poco tiempo me llamó para decirme que estaba muy feliz ya que había llorado un par de veces en el despacho de su jefe. Este es el error que cometemos confundiendo la vulnerabilidad con la debilidad. No nos han enseñado como gestionar nuestras emociones y vamos creando máscaras que reflejan comportamientos pensados y no sentidos.

Se puede ser frágil, ¡tenemos permiso! y somos frágiles como bebés; no por ser adultos tenemos el don de la fortaleza invulnerable. Somos frágiles y podemos ser firmes al mismo tiempo. Nuestro cuerpo es frágil y nuestras convicciones y comportamientos pueden ser poderosos y firmes. Podemos ser fuertes en nuestra generosidad y nuestra capacidad de amar y vulnerables ante cualquier rechazo, ante el dolor.

Y reconocer el dolor nos regresa a nuestra humanidad ya que todos somos vulnerables y algunos valientes se atreven a reconocerlo y a mostrarlo.

Podemos dejar de vivir la máscara del fuerte, del poderoso, del héroe y sentir mas y mas que los demás existen con sus vulnerabilidades, sus miedos y sus temores. Quizá ese reconocimiento del otro sea un comienzo del camino para quitarnos esas máscaras dolorosas, más que el propio dolor.

Porque quizá no sea más que miedo al miedo, miedo a lo desconocido, miedo a vernos en los espejos de los demás sin reconocer que el otro es como yo, y ambos danzando la mascarada del miedo a mostrarnos vulnerables.

Luis Dorrego



--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------


Las emociones y los sentimientos son energía que requiere ser expresadas

Las emociones no son sólo algo abstracto, son energía que se materializa en nuestro interior y ocupa un espacio real. Si me congestiono con mis propios sentimientos, mi organismo no tiene lugar para nada más a menos que digiera lo que estoy sintiendo y lo exprese hacia el exterior de diferentes maneras como llorando, gritando, riendo, empujando o golpeando.

No es suficiente reconocer las emociones y los sentimientos sólo a un nivel racional, necesitamos darnos el permiso de sentirlos y manifestarlos y de compartirlos con otros, en especial en relación con aquel o aquellos que estamos sintiendo eso que sentimos

“Reconocer nuestra vulnerabilidad nos vuelve hermosos”

Al darles una expresión, los sentimientos nos ayudan a cubrir las necesidades pendientes, satisfacerlas y ”cerrarlas”, dando paso a las nuevas necesidades de un nuevo instante. No tiene sentido ocultarlas o reprimirlas por temor a no poder controlarlas o al efecto que puede tener en el otro, pues eso nos puede generar más daños que beneficios.

Si aprendemos a no temer a nuestras emociones, si confiamos en ellas, cada vez será más sencillo expresarlas de manera adecuada y entender el mensaje que nos envían, lo que nos ayudará a reconocer nuestras necesidades emocionales.

Los sentimientos y las emociones son una “ fuente infinita de la información. Gracias a ellas, podemos cerrar círculos energéticos con otros, lo que nos permite dar paso a las nuevas circunstancias o eventos, y, de esta manera, generar que el flujo constante de nuestro proceso de crecimiento se desarrolle sin interrupciones y de forma natural.

“Una persona capaz de reconocer su vulnerabilidad es una persona libre y digna”

Hay personas que, cuando se dan cuenta de que la vulnerabilidad y la ternura son importantes se rinden y se entregan a ello, pero la mayoría nos resistimos y luchamos contra esto. Cuando dejamos de pelear contra la vulnerabilidad, recuperamos nuestra vida y nos permitimos mostrarnos de manera auténtica, soltando el miedo de ser nosotros mismos y reconociendo nuestro derecho a ser tal cual somos, sin tener que ocultarnos o avergonzarnos de lo que sentimos.

No se puede eliminar parcialmente las emociones

“La vulnerabilidad es el núcleo de la vergüenza y el miedo y de nuestra lucha por la dignidad pero también es el punto de partida de la dicha, la creatividad, la pertenencia, el amor”.

Brene Brown

La realidad es que no se puede adormecer selectivamente una emoción, no se puede decir “esto es lo malo, esta es la vulnerabilidad, este es el sufrimiento, esta es la vergüenza, este es el temor, esta es la decepción, no quiero sentir esto” ; “me voy a tomar una copa o me voy a comer un postre para no sentir las sensaciones desagradables”.

Por mucho que nos frustre, aunque la ilusión es que se puede lograr, lo cierto es que, si inhibimos las sensaciones desagradables para no sentirnos mal, también nos quitamos la posibilidad de sentir otros afectos y emociones agradables como la dicha, la gratitud, la felicidad, el amor, sintiéndonos con este resultado miserables, pues a causa de esto, ya no encontramos en nuestra vida ni un propósito o significado que nos mueva hacia ninguna parte.

Si no podemos sentir ¿Cómo vamos a reconocer lo que queremos, lo que necesitamos y deseamos? Y, si no podemos saber eso, ¿Cómo podemos identificar dónde o como cubrir esos deseos y necesidades? ¿Cómo, además podríamos identificar nuestro propósito y en nuestra vida?

La respuesta es que no podríamos, pues son ellos, los sentimientos y emociones agradables o desagradables – los que nos ayudan a identificar aquello que necesitamos para vivir y transformarnos.



0 comentarios: