Oración de la Gestalt

Yo soy Yo.
Tú eres Tú.
Yo no estoy en este mundo
para cumplir tus expectativas.
Tú no estás en este mundo
para cumplir las mías.
Tú eres Tú.
Yo soy Yo.
Si en algún momento o en algún punto
nos encontramos,será maravilloso.
Si no, no puede remediarse.
Falto de amor a mí mismo,cuando
en el intento de complacerte me traiciono.
Falto de amor a ti,cuando intento que seas
como yo quiero,en vez de aceptarte
como realmente eres.

Tú eres Tú y Yo soy Yo.

Fritz Perls

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LA SABIDURÍA DEL POZO

Aquella ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás ciudades. Aquella ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes... Pero pozos al fin, que se diferenciaban entre sí por el brocal, la abertura que los conectaba con el exterior. Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y de metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera, y otros más pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra. La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de brocal a brocal, y las noticias corrían rápidamente.

Un día, llegó a la ciudad una moda. La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se preciara debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Así fue como los pozos empezaron a llenarse de cosas. Algunos se llenaban de joyas. Otros, más prácticos se atestaron de electrodomésticos. Algunos optaron por el arte y fueron llenándose de pinturas y esculturas. Finalmente, los intelectuales se abarrotaron de libros. Pasó el tiempo. La mayoría de los pozos se llenaron hasta tal punto que ya no podían incorporar nada más. Si bien algunos se conformaron, otros pensaron que debían hacer algo para seguir metiendo cosas.

Uno de ellos fue el primero. En lugar de apretar el contenido, se le ocurrió aumentar su capacidad ensanchándose. No pasó mucho tiempo hasta que la idea empezó a ser imitada. Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, comenzó a ver a sus camaradas que se ensanchaban desmedidamente. Pensó que, si seguían ensanchándose, pronto se confundirían los bordes de los distintos pozos y cada uno perdería su identidad.

Se le ocurrió que otra manera de aumentar su capacidad era crecer pero no a lo ancho sino hacia lo más profundo. Hacerse más hondo. Pronto se dio cuenta de que todo lo que tenía dentro de él le imposibilitaba la tarea de profundizar. Si quería ser más profundo, tenía que vaciarse de todo contenido.
Al principio tuvo miedo al vacío. Pero luego, cuando vio que no había otra posibilidad, lo hizo. Vacío, el pozo empezó a volverse profundo. Un día, algo sorprendió al pozo. Dentro, muy adentro y muy en el fondo... ¡encontró agua! Nunca antes otro pozo había encontrado agua. Comenzó a jugar con el agua, humedeciendo sus paredes, salpicando sus bordes y sacándola hacia fuera.

La tierra que rodeaba al pozo, revitalizada por el agua, empezó a despertar. Las semillas brotaron en forma de hierba, de tréboles, de flores y de tronquitos endebles que se convirtieron en árboles después... La vida explotó alrededor del alejado pozo, al que comenzaron a llamar el Vergel. Todos le preguntaban cómo había conseguido aquel milagro. -No es ningún milagro –contestaba-. Hay que buscar en el interior hacia lo profundo.
Muchos quisieron seguir el ejemplo del Vergel, pero desestimaron la idea cuando se dieron cuenta de que antes tenían que vaciarse. En la otra punta de la ciudad, otro pozo decidió también correr el riesgo de vaciarse... Y también empezó a profundizar. Y también llegó el agua. Y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis.

Un día se dieron cuenta de que el agua que habían encontrado en el fondo de sí mismos era la misma... Que el mismo río subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro. No sólo podían comunicarse de brocal a brocal, superficialmente, sino que habían descubierto la comunicación profunda que sólo consiguen aquellos que tienen el coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que tienen para dar.

De Cuentos para pensar (RBA Integral), de Jorge Bucay


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Cuento de Milarepa



“Milarepa era uno de los dipositarios del linaje Kagyü de budismo tibetano. Milarepa es un héroe, un hombre valiente, un tipo muy loco y fuera de lo común. Le gustaba estar solo y vivió en cuevas solitarias durante años. Tenía uan gran perseverancia y determinación. Si no encontraba nada que comer durante un par de años, comía ortigas hasta enverdecer, pero no dejaba nunca de practicar.

...
Una tarde Milarepa volvió a su cueva tras recoger leña, la encontró llena de demonios. Estaban cocinando su comida, leyendo sus libros, durmiendo en su cama. Se habían apropiado del antro. El sabía de la no dualidad del yo y el otro, pero no sabía muy bien como deshacerse de esos tipos. Por mucho que intuía que eran solo una proyección de su propia mente… de todo aquello que no le gustaba de sí mismo…, no sabía cómo librarse de ellos.

Entonces, en primer lugar, les enseñó el dharma. Se sentó en un asiento que estaba más alto que ellos y les explicó cómo todos somos uno. Habló sobre la compasión y la Shúnyata y de que el veneno es la medicina. No pasó nada; los demonios siguieron donde estaban. Después perdió la paciencia, se enfadó y los persiguió. Los demonios no hicieron más que reírse de él. Finalmente se dió por vencido, así que se sentó en el suelo, diciendo: “Yo no me marcho y me parece que vosotros tampoco, de modo que vivamos todos juntos”.

En ese momento, todos se fueron excepto uno. Milarepa se dijo: “¡Oh!. Este es especialmente maligno”. (Todos sabemos quién es ese. A veces tenemos muchos como él. A veces creemos que es lo único que tenemos). Milarepa no sabía qué hacer, así que se entregó todavía más. Se acercó al demonio y se metió en su boca diciendo. “Cómeme si quieres”. Entonces ese demonio también se marchó. La moraleja de la historia es que cuando desparece la ressitencia, desaparecen los demonios”.

Del libro “Empieza Donde Estás”
Pema Chödron

“El conocimiento que se adquiere por medios externos
nunca revelará la Verdad”
Al-Gazzâlî

 

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